sábado, 3 de julio de 2010

Costo de canasta básica salvadoreña varía $4 en primer semestre 2010


Tomado de: La Prensa Gráfica

por Rafael Macal

Jueves, 01 julio 2010 11:30

La canasta básica salvadoreña ha reportado un incremento de $4, al comparar los precios del primer semestre de 2009 con el del año 2010, reveló hoy la Defensoría del Consumidor (DC), tras realizar un sondeo de 32 alimentos básicos que se venden en supermercados y mercados del país.

El precio de la canasta básica era $28.96 al 15 de junio de 2009. Al 17 de junio de 2010, el valor ahora es de $33.05,

Esto se traduce en un incremento de $4.09 que los salvadoreños deben pagar para adquirir los productos de la canasta básica.

Los productos que se identificó han subido más de precio son algunas verduras que aumentaron a partir de noviembre de 2009 con la tormenta Ida; y el producto que más ha bajado es el frijol. El detalle de precios también aplica para la venta de productos por los mayoristas.

Como medida para tener una mayor vigilancia sobre los productos que se venden en los supermercados, la DC pidió a las principales cadenas de supermercados información sobre volúmenes, precio de compra y venta al consumidor final de los productos de consumo básico.

Asimismo informaron que se le solicitó la misma información a 31 empresas comercializadoras de granos básicos, pero sólo 18 fueron atendidos. Los 13 restantes incurrieron en una infracción considerada como “muy grave” y que está contemplada en el artículo 44 de la Ley de Protección al Consumidor.

domingo, 27 de junio de 2010

Pena de muerte: el Estado es el asesino


Tomado de: CONTRAPUNTO

"Crímenes con lujo de barbarie han generado que diversos sectores de la población pidan a gritos el restablecimiento de la pena de muerte en El Salvador. Una medida que se puede llevar de encuentro a personas inocentes"

Por Gloria Morán

SAN SALVADOR- ¿Es viable la pena de muerte en un Estado con una justicia endeble y corrupta, que puede mandar a asesinar a personas que nunca cometieron un crimen?

No, dicen los analistas.

Porque existe ese riesgo, el de que paguen justos por pecadores al restablecer en el país la pena de muerte, pedida a gritos por políticos y por buen porcentaje de la sociedad, ante la ola criminal que abate al país y que alcanzó un nuevo escaño de salvajismo el domingo 20, cuando un microbús de la ruta 47 fue incendiado por pandilleros en Mejicanos, con los pasajeros dentro.

14 personas murieron calcinadas, entre ellos niños, y otras dos personas más fallecieron posteriormente en centros hospitalarios.

Ley del Talión

Después de la masacre, la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) pidió la reforma a la Constitución de la República para aprobar la pena capital. Los diversos partidos en el Congreso están analizado su posición al respecto, y las semanas que vienen se esperan intensos debates.

De darse la reforma, que necesita de 56 votos, no se aplicaría de inmediato, sino que la enmienda tendría que ser ratificada por la siguiente legislatura.

La medida está siendo exigida también por empresarios del sector transporte, que ya vieron perder la vida a 80 de sus trabajadores, entre motoristas y cobradores, asesinados en su mayoría por pandilleros.

“Lo menos que puedo pedir es la pena de muerte para los involucrados en estos horrendos crímenes”, dijo a ContraPunto, en medio de su indignación, el presidente de la Federación de Cooperativas de Transporte (Fecoatrans), Catalino Miranda.

Ese sentimiento es compartido por un buen porcentaje de la población.

“Que maten a eso desgraciados, ya se comportan peor que los animales, no deben contemplarlos, uno se sube con miedo a los buses, trabaja con miedo”, expresó a este medio electrónico Milton Morales, vendedor informal.

Pero el riesgo de mandar a la silla eléctrica o la inyección letal a personas inocentes es muy alto, dada la debilidad y la corrupción que impera en el sistema judicial. Incluso pasa en los países desarrollados, con sistemas judiciales más robustos.

En estados Unidos, 1985, Derrick Jamison, condenado a muerte por el asesinato de un camarero de Cincinnati, pasó 17 años en el corredor de la muerte hasta que en el 2002 se le concedió otro juicio. En esa ocasión se conoció que la fiscalía retuvo declaraciones que contradecían el testimonio de uno de los testigos que lo inculpó. Esa omisión, que reforzaba su inocencia, lo mantuvo cerca de la muerte injustamente.

La justicia es imperfecta, también se equivoca. Según el informe de Death Penalty Information Project, en Estados Unidos, desde 1973 hasta el año 2009, alrededor de 138 personas fueron liberadas después de haber sido condenadas a muerte o cadena perpetua por crímenes que no cometieron. Si en El Salvador existiera la pena de muerte, es seguro que inocentes habrían sido asesinados por el Estado, injustamente.

El reporte de Amnistía Internacional reflejó que en el 2009 nueve presos condenados a muerte en Estados Unidos fueron exonerados y excarcelados tras pasar, entre todos, 121 años en el pabellón de la muerte.

La realidad de inculpar erróneamente a personas inocentes ha llevado a muchos países a abolir la pena capital.

El informe de Amnistía Internacional, presentado en marzo de 2010, reveló que en el 2009 un total de 95 países abolieron la pena de muerte para todos los delitos, nueve países lo han hecho sólo para los delitos comunes, entre ellos El Salvador, y 35 son abolicionistas en la práctica.

Pero 58 países mantienen aún la pena de muerte.

Un total de 18 países llevaron a cabo ejecuciones en ese año, siete ejecutados eran menores de 18 años en el momento de cometerse el delito.

Entre las principales naciones que ejecutaron a prisioneros están Irán, con 388 ejecuciones; Irak, con 120; Arabia Saudita, con 69; y Estados Unidos, con 52. Según Amnistía Internacional en el 2009 fueron contabilizadas 714 personas ejecutadas y 2001 personas fueron condenadas a muerte.

El Salvador acordó abolir la pena de muerte para delitos comunes en 1983, dejándose vigente únicamente para delitos vinculados al estamento militar. La última ejecución se realizó en 1973.

Según cifras oficiales, en El Salvador hay 15,300 reos condenados y 8,050 aún están siendo procesados y siguen a la espera de la resolución culpable o inocente.

Populismo político

Según la coordinadora de asuntos legales de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES), Brenda Rodríguez, la propuesta viola uno de los derechos humanos que rige a los pueblos civilizados, el derecho y la defensa a la vida.

Tampoco es viable porque, debilitada la institucionalidad del país, es complicado comprobar la vinculación directa de un sospechoso con un crimen.

“Las instituciones salvadoreñas no tienen la capacidad para tener certeza jurídica de la culpabilidad de muchas personas en hechos delictivos”, dijo Rodríguez.

La medida, dice, es una respuesta inmediata para calmar la voz popular, además de ser inconstitucional, recalcó que la propuesta no es viable en un sistema jurídico débil. Además lo calificó como proselitista y populista.

Para el abogado y catedrático de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), Rafael Durán Barraza, la petición de la pena de muerte es inconstitucional y parece un acto proselitista por parte de algunos políticos.

Por su parte, el subprocurador para la Defensa de los Derechos Humanos, Salvador Menéndez Leal, aseguró que en el país hay un sistema de justicia con un alto nivel de error, y cualquier equivocación de inculpar a alguien por algo que no ha cometido, sería un error irreparable.

Desde el 2001, en lo que va pareciendo ya un cuento viejo, el Departamento de Estado, de Estados Unidos, viene lanzando agudas críticas contra el sistema judicial salvadoreño, que "sufre de ineficacia, de corrupción y de insuficiencia de recursos", dijo esa instancia en su informe del 2009.

El informe cita que “ese año la Oficina del Procurador General investigó a tres magistrados acusados de corrupción y continuó investigando 120 casos abiertos en 2008, que implican a funcionarios judiciales. De estos casos, tres fueron desestimados, dos fueron condenados y 95 permanecían bajo investigación a fin de año. Hay una percepción pública que la corrupción gubernamental es un problema grave”.

La Policía Nacional Civil (PNC) también tiene mucho que mejorar. El informe del Departamento de Estado señala que la Inspectoría General ha recibido 2,230 quejas de conducta policial inapropiada, de los cuales 47 se refieren a policías pertenecientes a unidades de investigación especiales. Ha sancionado a 1,181 agentes como resultado de las quejas de ese año y de años previos. Esas sanciones incluyeron a 156 agentes despedidos por actos irregulares.

Por su parte, la Fiscalía General de la República procesó a 462 agentes como resultado de una investigación iniciada en 2008, cita el informe.

“Para que yo confíe en las autoridades de mi país primero deben cambiar a muchos policías, jueces, fiscales, porque de allí salen los más corruptos, como conocen los movimientos, es más fácil que no los agarren”, dijo Graciela P., estudiante de la Universidad de El Salvador.

Con la cabeza fría

Así las cosas, con tanta debilidad y corrupción en las instancias vinculadas al sistema de Justicia, lo más prudente, estiman los expertos consultados, sería no instaurar la pena de muerte, a pesar de que la rabia de la población es intensa contra los criminales que están llegando a niveles de brutalidad insospechados.

Pero es ahora que se necesita ver el asunto con frialdad, en lugar de verlo con a lupa del populismo.

“El dolor, la indignación de ver tanto crimen y hoy que ni a los niños respetan, con la cabeza caliente dan ganas de matar a los delincuentes, pero con la cabeza fría se da cuenta que no es la solución acertada”, aseguró Manuel Landaverde, estudiante de derecho.

El coronel, esta vez, sí tiene quien le escriba


Por Julián Salinas

Tomado de: LA NACIÓN (Costa Rica)

A propósito del comentario de don Manuel Enrique Hinds, uno de los principales defensores y promotores de la dolarización en El Salvador que se implementa en el año 2001; cuya opinión fue publicada en este medio el 10 de junio pasado sobre los beneficios de la dolarización; el cual presentó argumentos que para algunos podrían considerarse convincentes; pero esa realidad para los salvadoreños está lejos de ser evidente.

A continuación refuto algunas de las ideas apelando al debate democrático que los costarricenses deben presenciar para no repetir los mismos errores.

Datos cuestionables. El Salvador ha mostrado una tendencia estructural hacia bajas tasas inflacionarias. El señor Hinds compara la inflación de Latinoamérica con la Salvadoreña; pero las economías son muy diversas y sus datos cuestionables, lo cierto es que los precios crecieron más después de la dolarización (en 1999, previo a la dolarización, El Salvador ocupaba la posición 32 de los países con inflación más baja en el mundo y en 2008 ocupó la 52, es decir creció).

Considerando datos del banco Central de Reserva, la tasa de interés básica activa ciertamente se redujo después de dolarizar, para préstamos de hasta un año plazo, pasó de 10,7% para el 2000 a 7,1% para el 2002; pero esta reducción se trasladó hacia los ahorrantes garantizando que la banca no perdiera, de manera que el diferencial de tasas, es decir el spread bancario, prácticamente se mantuvo. Fue así cómo la tasa de interés básica pasiva se redujo en igual proporción que la activa (pasó de 6,7% en el 2000 a 3,6% en 2002), desincentivando así el ahorro privado, situación que también explica los bajos niveles de ahorros en el país.

Es imposible que se cumpla lo afirmado por don Hinds: “los prestatarios privados se ahorraron $3.000 millones en pagos de intereses”, es una cifra exagerada y poco sustentable. Equivalente a 10 años de inversión extranjera directa y a un año de ingresos por remesas familiares, valga mencionar inclusive, que la tasa básica activa en 2009 ha llegado casi a los mismos niveles que antes de dolarizar.

El Banco Mundial reporta que en 2003 el 44% de las empresas utilizó financiamiento bancario para realizar inversión; mientras que en 2006 tan solo el 17% dependía de la banca para financiarla. Esto es compatible con la estructura de créditos en el país, pues posterior a la dolarización es notorio un excesivo crecimiento de los créditos de consumo y comercio, en detrimento de aquellos orientados hacia la producción y vivienda; en 2006 se contabilizó un déficit de vivienda de 545.000 afectando al 40% de la población, concluyéndose que la dolarización no mejoró el acceso a vivienda.

Según datos del Banco Mundial, en 2001 El Salvador (iniciando la dolarización) ocupó la posición 35 de 168 países con la tasa de inversión como proporción del PIB más baja del mundo; mientras que en 2008 ocupó la novena posición, un deterioro muy evidente. Por último mencionar que las exportaciones, no se han incentivado, en el año 2000 El Salvador ocupó la posición 61 de las exportaciones como proporción del PIB más bajas a nivel mundial; y en 2008 tuvo la posición 38, una pérdida de promoción exportadora considerable.

Discusión ética. Además de una discusión técnica también debe existir una discusión ética: la dolarización ¿para quién? El economista Héctor Vidal (muy reconocido en El Salvador) sostuvo en una entrevista de enero de 2006 que: “la decisión de dolarización respondía a intereses de un sector privilegiado, es por ello que esta imposición no fue discutida para crear un consenso y fue vendida como una propuesta que mejoraría la situación financiera de los salvadoreños”, estos argumentos son muy convincentes dado que la banca salvadoreña y los sectores importadores fueron los más beneficiados con esta decisión, en detrimento de la economía familiar.

En la encuesta más prestigiosa de El Salvador (de la Universidad UCA) realizada en el año 2007 se encontró que el 50.3% de los salvadoreños/as atribuye a la dolarización el aumento del costo de la vida.

El balance si se lo preguntan a las familias salvadoreñas diferirá significativamente de lo planteado por los sectores que impulsaron la dolarización, ambos persiguen intereses diferentes, pero al menos Costa Rica tiene el derecho que a los salvadoreños nos fue negado, el derecho de decidir y debatir sobre un tema trascendental para el país.