jueves, 15 de julio de 2010

Un vistazo a las cuentas del Sector Público Costarricense




Por: Julián Salinas

La eficacia de la política fiscal depende del adecuado manejo de tres de sus componentes fundamentales la política de ingresos, la política de gastos y la política de endeudamiento. Dentro de estas sin duda es la política de ingresos la determinante, porque constituye la base financiera de las demás.

En base a lo anterior es posible sostener, que un saludable endeudamiento público y una política de gastos que se corresponda con las demandas socioeconómicas de la sociedad Costarricense, supone una política tributaria sostenible capaz de hacer frente a un horizonte estratégico de la política económica, máxime cuando existe una política monetaria austera centrada básicamente hacia el control de la inflación.

Estas ideas permiten introducir al debate de la vigente propuesta de reforma tributaria, donde es pertinente analizar las circunstancias actuales en que se encuentra Costa Rica y las perspectivas intrínsecas que plantea la propuesta de reforma.

Costa Rica para el 2008 registraba una recaudación tributaria como proporción del PIB de 15.3%, de modo que entre 2000 y 2008 esta experimentó un crecimiento de aproximadamente tres puntos porcentuales, ubicándose en la posición ocho de una muestra de 20 países en el nivel latinoamericano, la cual se considera una posición relativamente privilegiada.

Por otra parte es aclarar, que las sociedades poseen demandas diferenciadas acorde a los niveles de consumo público, así como de la estructura de apoyos socioeconómicos, lo que constituye a fin de cuentas, la referencia que debe primar (mas que comparase con otros países); además, las economías en cuanto mayores niveles de desarrollo presenta, mayores son las tasas de recaudación impositiva que reflejan.

Así mismo, la recaudación fiscal podría ser mucho mayor, considerando que existe una elevada evasión fiscal que se registró de 64% para el 2007 (siendo esta una de las más bajas) lo que pone en evidencia serias dificultades para la recaudación, limitando al estado su capacidad presupuestaria que otrora significaría mayores beneficios para las familias costarricenses, menor en endeudamiento y más empleo; sobre todo cuando son recursos que los ciudadanos ya han desembolsado.

Esta es una de las grandes debilidades que presenta el sector público Costarricense y el gobierno debe procurar hacer frente a dicha problemática antes de plantear cualquier modificación en la carga y en la base tributaria.

En Costa Rica, el gasto público como proporción del PIB para el 2008 fue de 15.7% sin embargo de este porcentaje el 13.5% se destina para gasto corriente y se destina tan solo el restante 2% para inversión pública lo que cuestiona en definitiva la calidad del gasto público, el cual no se está aprovechando para obras de infraestructura o inversión social de manera eficaz. Esto refleja otra debilidad de la política fiscal.

En torno a las características de la estructura impositiva se observa tendiente a la regresividad, observándose para el 2008 que los impuestos indirectos representaron el 8.7% del PIB; mientras que los directos constituyeron tan solo un 4.5% del PIB, aspecto que pone al descubierto un carácter regresivo, cargando fundamentalmente al consumo.

La regresividad lo que dice es que la tributación Costarricense poco discierne de la capacidad de pago de las familias Costarricenses, por ejemplo si una familia gana 100,000 colones y otra familia gana dos millones de colones y ambos compran 10 mil colones en el supermercado el pago de impuestos será la misma para ambas familias sin importar quién gane más.

Este aspecto constituiría otra debilidad del sistema tributario que es pertinente tomar en cuenta. De este modo se identifican tres aspectos significativos por consolidar en el sistema tributario para hacerlo más justo y eficaz y que servirá de base para evaluar la propuesta de reforma fiscal vigente.

El endeudamiento público por ser hasta el momento relativamente manejable, habiéndose presentado déficit fiscales no tan elevados, se tomará como una discusión indirecta en el sentido de que si los ingresos y gastos son manejados de forma consistente el endeudamiento también reflejará dicha responsabilidad fiscal. Recientemente el endeudamiento del sector público como proporción del PIB se ha reducido del 60% en 2004 al 40% en 2008 una disminución considerable.

La reforma fiscal en este sentido plantea según el ex ministro de hacienda "Guillermo Zuñiga" tres directrices, cambios a las leyes aduaneras, modificaciones al impuesto sobre la renta y además el proyecto del IVA. El ex ministro plantea esta reforma en etapas orientadas a diversos objetivos.

Los objetivos plasmados en esta reforma son muy pertinentes; dado que es necesario ampliar las capacidades presupuestarias del estado aspirando a una recaudación fiscal del 18% del PIB eso daría un oxígeno financiero al estado para disponer de una política económica fuerte.

El tema polémico de esta propuesta pese a que existe concordancia con los objetivos, es que no se da la adecuada preponderancia a los tres problemas fundamentales identificados en este análisis: evasión fiscal, regresividad de la estructura tributaria e ineficiente gasto público. En este sentido, es necesario replantear algunos de los medios primando aquellas debilidades que es necesario resolver, antes de considerar una ampliación de la carga y la base tributaria.

Para ello deben existir reformas encaminadas a resolver estos aspectos. El combate a la evasión es un componente fundamental de reforma, para lo cual se debe generar un marco jurídico que penalice estas prácticas, así como eficiencia en los procesos administrativos de recaudación e investigación fiscal capaz de identificar la manera en que se realiza dicha evasión, es decir, una reingeniería que haga más eficaz la recaudación.

Es de mencionar que si se combate la evasión fiscal eso indirectamente contribuye a mejorar la progresividad en la recaudación, porque el impuesto sobre la renta es de los que aparentemente presentan altos niveles de evasión. Así mismo debe aspirarse a generar una conciencia ciudadana para inclinar un poco la balanza hacia los impuestos directos, congruente con una discusión ética de privilegio de las familias con menos capacidades productivas.

Finalmente la política fiscal no es solamente ingreso, también hay que poner particular atención a los gastos, tomando en cuenta que debe buscarse cambiar la composición del gasto hacia la inversión pública que contribuye a ampliar la capacidad productiva de un país, así como también, crea una infraestructura de apoyo socio institucional que propenda al mejoramiento de los indicadores sociales y el fortalecimiento de la investigación y desarrollo.

miércoles, 14 de julio de 2010

El dólar y el dragón


Tomado de: CONTRAPUNTO

Por Joseph S. Nye

CAMBRIDGE – Desde hace varios años, las autoridades norteamericanas vienen presionando a China para que reevalúe su moneda. Su queja es que un renminbi subvaluado representa una competencia injusta que destruye los empleos norteamericanos y contribuye al déficit comercial de Estados Unidos. ¿Cómo deberían responder entonces las autoridades estadounidenses?

Justo antes de la reciente cumbre del G-20 en Toronto, China anunció una fórmula que permitiría una modesta apreciación del renminbi, pero algunos congresistas norteamericanos aun no están convencidos, y amenazan con aumentar los aranceles a los productos chinos.

Estados Unidos absorbe importaciones chinas, le paga a China en dólares y China retiene los dólares, amasando reservas de moneda extranjera de 2,5 billones de dólares, gran parte en títulos del Tesoro de Estados Unidos. Para algunos observadores, esto representa un cambio fundamental en el equilibrio de poder global, porque China podría poner a Estados Unidos de rodillas si amenazara con vender sus dólares.

Ahora bien, si China pusiera a Estados Unidos de rodillas, podría infligirse un daño aún peor a sí misma en el proceso. China no sólo reduciría el valor de sus reservas conforme el valor del dólar decayera, sino que también pondría en peligro la continua voluntad por parte de Estados Unidos de importar productos chinos baratos, lo que implicaría pérdidas de empleos e inestabilidad en China.

Evaluar si la interdependencia económica genera poder exige analizar el equilibrio de las asimetrías, no sólo de un lado de la ecuación. En este caso, la interdependencia ha creado un “equilibrio de terror financiero” análogo a la Guerra Fría, cuando ni Estados Unidos ni la Unión Soviética utilizaron su potencial para destruirse mutuamente en un intercambio nuclear.

En febrero de 2010, furiosos ante las ventas de armas estadounidenses a Taiwán, un grupo de altos oficiales militares instaron al gobierno chino a deshacerse de los bonos del gobierno de Estados Unidos en represalia. Su propuesta fue desatendida. Por el contrario, Yi Gang, director de la administración estatal de divisas extranjeras de China, explicó que “las inversiones chinas en bonos del Tesoro de Estados Unidos son un comportamiento de inversión de mercado y no es nuestra intención politizarlas”. De lo contrario, el dolor sería mutuo.

No obstante, este equilibrio no es garantía de estabilidad. Siempre existe el peligro de acciones con consecuencias no intencionales, especialmente en vista de que uno podría esperar que ambos países tomen medidas para cambiar el esquema y reducir sus vulnerabilidades. Por ejemplo, después de la crisis financiera de 2008, mientras Estados Unidos presionaba a China para que permitiera la apreciación de su moneda, funcionarios del banco central de China comenzaron a decir que Estados Unidos tenía que aumentar sus ahorros, reducir sus déficits y tomar medidas para respaldar el papel del dólar como moneda de reserva con derechos especiales de giro emitidos por el FMI.

Sin embargo, China ladró más fuerte de lo que mordió. El mayor poder financiero de China puede haber incrementado su capacidad para resistir las súplicas norteamericanas, pero a pesar de las predicciones nefastas, su papel de acreedor no ha sido suficiente para forzar a Estados Unidos a cambiar sus políticas.

Si bien China ha tomado medidas menores para retardar el incremento en sus tenencias denominadas en dólares, no se ha mostrado dispuesta a arriesgar una moneda plenamente convertible por razones políticas internas. En consecuencia, es poco probable que el renminbi desafíe el papel del dólar como el principal componente de las reservas mundiales (más del 60%) en la próxima década.

Aún así, mientras China aumenta gradualmente el consumo interno en lugar de basarse en las exportaciones como su motor de crecimiento económico, sus líderes pueden empezar a sentirse menos dependientes que ahora del acceso al mercado estadounidense como fuente de creación de empleo, lo que es crucial para la estabilidad política interna. En ese caso, mantener un renminbi débil protegería la balanza comercial de una inundación de importaciones.

Las asimetrías en los mercados de divisas son un aspecto particularmente importante del poder económico, ya que están en la base del comercio global y los mercados financieros. Al limitar la convertibilidad de su moneda, China elude la capacidad de los mercados de divisas de disciplinar las decisiones económicas domésticas.

Comparemos, por ejemplo, la disciplina que los bancos internacionales y el FMI lograron imponer en Indonesia y Corea del Sur en 1998, con la relativa libertad de Estados Unidos –conferida por la denominación de deuda estadounidense en dólares- para aumentar el gasto gubernamental en respuesta a la crisis financiera de 2008. De hecho, más que debilitarse, el dólar se apreció ya que los inversores ven la fortaleza subyacente de Estados Unidos como un refugio seguro.

Obviamente, un país cuya moneda representa una proporción significativa de las reservas mundiales puede ganar poder internacional a partir de esa posición, gracias a mejores condiciones para el ajuste económico y la capacidad de influir en otros países. Como alguna vez se quejó el presidente francés Charles de Gaulle, “dado que el dólar es la moneda de referencia en todas partes, puede hacer que otros sufran los efectos de su mala gestión. Es algo inaceptable. No puede durar”.

Pero duró. La fortaleza militar y económica de Estados Unidos refuerza la confianza en el dólar como refugio seguro. Tal como dijo un analista canadiense, “el efecto combinado de un mercado de capital avanzado y una máquina militar poderosa para defender ese mercado, y otras medidas de seguridad, como una marcada tradición de protección de los derechos de propiedad y una reputación por pagar las deudas, ha hecho posible atraer capital con gran facilidad”.

El G-20 se está concentrando en la necesidad de “reequilibrar” los flujos financieros, alterando el viejo patrón de que los déficits estadounidenses equipararan los superávits chinos. Esto requeriría cambios políticamente difíciles en el consumo y la inversión -Estados Unidos tendría que aumentar sus ahorros y China, reducir su consumo interno.

Estos cambios no ocurren de la noche a la mañana. Ninguna de las partes está apurada por romper la simetría de la vulnerabilidad interdependiente, pero ambas todavía pelean por tomar posiciones a la hora de dar forma a la estructura y marco institucional de su relación de mercado. Por el bien de la economía global, es de esperar que ninguna de las partes erre en sus cálculos.

(*) Copyright: Project Syndicate, 2010.

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