Por Julián Salinas
Existe una amplia discusión acerca de la política económica, sus objetivos y su construcción; partiendo de la teoría económica que sustenta los lineamientos comúnmente establecidos así como de la discusión ética implícita que es necesario dilucidar.
En este sentido estimados lectores quisiera incorporar al debate algunas preguntas elementales de la política económica y algunas respuestas a tales interrogantes que buscan resolver mínimamente algunos cuestionamientos que estoy seguro muchos nos hemos planteado o lo que es peor, que muchos por la falsa neutralidad hemos pasado desapercibidos.
Esta discusión se retoma del libro "De la Utopía a la Política Económica" del autor Jorge Chávez
A) ¿Cuál es el principal objetivo de la política económica?
Todas las discusiones de la política económica giran en torno a tres componentes lo que necesitamos (los fines), como obtenerlo (los medios) y a qué grupo pertenecen los que deciden estos aspectos. Esta pregunta tiene que ver con el primer aspecto ¿que necesitamos?
El primer problema que se presenta al momento de definir los fines es la dificultad en integrar lo económico, lo político y lo ético que implícitamente encarna la discusión entre lo teórico y lo fáctico.
En este sentido es importante saber diferenciar en los objetivos y los fines; los fines son aspectos definidos acorde a los intereses, a las circunstancias y a las decisiones de los gobernantes y se refiere fundamentalmente a aspectos cualitativos; los objetivos sin embrago constituyen la cuantificación de los fines que representan un punto de referencia o meta para determinar, que tan cerca o no, se encuentra la política en su eficacia para alcanzar los fines.
Aunque pareciera una pregunta fácil de responder a luz de la teoría; esta suele tener algunas dificultades prácticas en donde resalta la contradicción normativa y positiva del objetivo de la política económica; se trata en esta discusión de incorporar la ética social en el diseño del objetivo en cuestión, aspecto que retoma desde una perspectiva fáctica considerar no solo un único objetivo si no varios y depende ciertamente de las circunstancias empíricas.
En este sentido se pueden retomar tres grandes grupos para caracterizar los fines de la política económica:
1. Políticas de Ordenación: Estas van encaminadas a mantener y establecer el orden económico y las reglas de funcionamiento; el diseño de estas depende del sistema al cual se refiere primando sin duda la justicia y la libertad.
2. Políticas Finalistas: se refiere a aspectos puramente económicos o que se articulan mediante formulaciones más económico-instrumentales que ético-políticas. Como por ejemplo el pleno empleo o el desarrollo económico.
3. Políticas económicas específicas: el tercer nivel estaría constituido por unos fines y políticas económicas específicas, que “tienen por objetivo un conjunto de fines complejos y diferentes que, a su vez, son medios para el logro de los objetivos de las políticas finalistas” y pueden ser sectoriales o instrumentales (por ejemplo, políticas específicas agraria, industrial…; monetaria, fiscal….)
Estos tres grandes agregados representan los lineamientos entorno a los cuales se enmarcan los fines de política, nótese que pueden considerarse definidos in abstracto mientras no se logren incorporar aspectos éticos y políticos que terminan inexorablemente traduciéndose en objetivos.
Por tanto se puede concluir esta pregunta dejando más interrogantes probablemente que la planteada inicialmente; pero sin duda proporciona nuevos dilemas necesarios para resolver este debate inconcluso en donde la concreción fáctica nos demanda considerar que queda a juicio de los gobernantes definir los fines y objetivos en función de los intereses.
Lo anterior lleva implícito una gran y realista conclusión, los objetivos de la política dependen de los fines y los objetivos que eligen los gobernantes justificados de acuerdo a consideraciones éticas o no, en relación a las circunstancias políticas que definen cuales de estos son los más relevantes y a que sectores o intereses se priman en esta consideración.
B) Tres argumentos que no permiten a la disciplina económica trascender en materia multidisciplinaria:
Este segundo eje temático a desarrollar se refiere como disciplina económica suele relacionarse con los agregados teóricos reinantes imprimiendo una perspectiva economicista y reduccionista que soslaya la definición de economía desde su carácter científico.
Esta manera de enfocar la economía ha traído una serie de complicaciones que limitan su capacidad para integrarse con otras ciencias de donde resaltan tres argumentos importantes:
1. La manera de como la economía concibe el carácter positivo de su razonamiento, es decir, su relación con enunciados de carácter normativo y juicios de valor.
Este primer aspecto se refiere a como se desenvuelve la economía creando una percepción de falsa objetividad y neutralidad que bajo supuestos restrictivos y análisis extremadamente cuantitativistas, toman como dados muchos de los planteamientos, aún cuando la realidad material expresa una falta de correspondencia con la teoría.
Lo positivo se refiere al “ser”, enfocando los análisis de los fenómenos tomando como establecido una visión incuestionable de las cosas cual si no existieran sesgos o juicios de valor en su construcción, los cuales se encuentran intrínsecos en las circunstancias materiales o las visiones de los autores de dichas teorías, en esto entra al debate el deber ser es decir, lo normativo.
Con lo anterior no existe pretensión de minimizar el aporte de dichos autores sino mas bien tener en cuenta que aunque se quiera tomar la falsa neutralidad de sus ideas estas también están cargadas de determinados juicios de valor, que son necesario de considerar al momento de retomar sus aportes, esto es quizá uno de los aportes fundamentales que nos concede el autor Gunnar Myrdal quien investigó las obras originales de los autores clásicos y neoclásicos de la economía, concluyendo que en efecto poseían determinados juicios de valor al momento de desarrollar sus planteamientos.
Para corregir este aspecto es necesario reconocer que existen los juicios de valor para poder desde una perspectiva científica discutirlos; aún aquellos que cargados de herramientas cuantitativistas pretenden reflejar ideas incuestionables, pese a que existen ciertos supuestos de fondo que pueden ser determinantes al momento de aplicarlo a la realidad.
2. El supuesto individualista metodológico manejado en economía y la concepción de racionalidad económica.
Este aspecto es determinante, el cual suele pasarse desapercibido en la teoría económica reinante y es particularmente peligroso si en la relación entre la economía y las demás ciencias. El individualismo económico y la racionalidad son aspectos indisolubles dentro la economía, aislar estos componentes deja sin sustento gran parte de la teoría económica moderna, la cual concibe este aspecto como un hecho establecido.
Así por ejemplo si se analiza a profundidad la economía como disciplina comúnmente entendida se pueden notar implícitos aspectos como: que todo agente actúa conforme a sus propios intereses, los cuales tienden a maximizar u optimizar su bienestar a través de una elección óptima o un beneficio óptimo, que es uno solo individualmente; pero son muchos socialmente, sin posibilidad de definirse un óptimo social sin juicios de valor.
También se puede recordar que la tendencia a la maximización es conducida por necesidades insaciables en principio; pero que el deseo de consumo disminuye a medida que se van satisfaciendo las necesidades lo que da la pauta para el cálculo marginal.
En relación a los precios en lo convencional se establecen acorde un punto de equilibrio óptimo que parte de la coincidencia entre compradores y vendedores. Todo enmarcado en "lógica económica" que se vuelve no tan lógica al analizarse con perspicacia.
Esto está sustentado en quizá el elemento central de este punto "la racionalidad económica" que es una categoría que nace en categorías extraeconómicos pero que curiosamente sustenta gran parte del universo económico, el cual nace de la filosofía iusnaturalista que según Myrdal no es más que una elaboración del cálculo hedonista del placer, que tiene una particular influencia en la concepción de la utilidad marginal, basada en un planteamiento eminentemente psicológico.
Lo anterior permite cuestionar aspectos como el bienestar, la elección del consumidor y por ende la utilidad; donde el bienestar tiene que considerarse desde una perspectiva más allá de lo comúnmente estipulado, incorporando no solo factores económicos sino extraeconómicos.
Estas ideas deslindan la relación entre la economía con otras disciplinas, principalmente las ciencias sociales en donde la revisión metodológica da la pauta para articularse.
3. La forma de entender el carácter científico de la economía.
Estos argumentos anteriormente mencionados han sumergido a la economía en un serio cuestionamiento de su carácter científico; lo que no significa que tenga que restársele atributos a los aportes realizados por los diferentes autores que han reproducido estos aspectos que limitan la cientificidad de la economía.
Se trata por tanto, de tener en cuenta sus limitantes y darle una mayor relevancia práctica, capaz de desarrollar una adecuada correspondencia con la realidad material y pueda dar explicaciones certeras a los fenómenos, tomando en cuenta el contexto y las necesidades sociales implícitas dentro de una nueva lógica económica, basada en la ética; y que sea capaz de cuestionar los míticos artilugios establecidos en la teoría económica convencional.
De lo contrario seguirá siendo cuestionable el carácter científico de la economía y los fracasados intentos de relacionarla con otras disciplinas.
C) Conclusiones más importantes del libro base para esta discusión:
El autor proporciona importantes aportes porque logra sustentar diversos cuestionamientos a la teoría económica convencional en su deseo de retomar un horizonte ético en su construcción; considerando un enfoque multidisciplinario en la explicación de los problemas socioeconómicos vigentes a nivel mundial.
El aporte elemental que a mi juicio proporciona es la necesidad de retomar la ética como principio rector de la ciencia económica, reconociendo que todas las ideas está cargadas de juicios de valor y por tanto surge la posibilidad abierta de cuestionarlos en relación a lo éticamente necesario para la sociedad y el individuo donde el hombre es más que un homo economicus.
Estas consideraciones deben ser íntegramente tomadas en cuenta al discutir sobre la política económica, sus fines y sus objetivos tomando en cuenta el contexto.