Por: Julián Salinas
La Universidad de El Salvador posee uno de los presupuestos mas bajos de Latinoamérica, que constituye tan solo el 1.8% del presupuesto general de la nación y que ciertamente es insufiente para la necesidad de recursos que experimenta año con año , derivada de una demanda académica que se mantiene en el tiempo, demandas salariales de los docentes y trabajadores que representan una proporción significativa del presupuesto; así como otros gastos de operación que carcomen las iniciativas de potenciar un mayor desarrollo de infraestructura e investigación.
Así mismo, no todo es un escenario victimizante para la Universidad, igual existen realidades indignantes como la corrupción, el despilfarro, la ineficiencia en la ejecución presupuestaria y el oportunismo evidenciado por algunos sectores asalariados los cuales priman sus intereses gremiales por sobre un ideal colectivo, social, académico y humanísticamente estratégico.
Esto último es el caballo de batalla de muchos intelectuales, empresarios o sectores detractores del Alma Mater que cuestionan el aumento en la asignación presupuestaria apelando a la ineficiencia en la utilización de los recursos llegando incluso a cuestionar su carácter público en algunas de sus funciones.
¿Qué justifica entonces la función pública y la necesidad de incrementar el presupuesto de la Universidad de El Salvador?
Para responder a esta pregunta deseo plantear cuatro argumentos que considero de peso:
1. La evidencia empírica demuestra que ninguna sociedad que apuesta al desarrollo, puede prescindir de la calidad en la educación superior y eso supone una asignación presupuestaria que se corresponda a dicho fin, recientemente Costa Rica aprobó una ley que propone elevar hasta un 8% del PIB, la inversión en educación.
2. La función pública es una condición necesaria, mas no suficiente para la calidad, esto debido a que la educación superior no se subyuga a la rentabilidad, sino que puede funcionar bajo criterios sociales como la ampliación de la cobertura educativa, el incremento de la oferta académica y la calidad formativa; cuyos niveles no podrían alcanzarse si se suprime la función pública.
3. Existe una gran cantidad de aspirantes a la educación superior que provienen de instituciones públicas y que poseen una situación socioeconómica que limitaría sus deseos de estudiar en la Universidad de El Salvador si otrora tuviera una función privada; de esta manera la función pública garantiza el acceso de muchos jóvenes sin la cual no pudieran tener la posibilidad de titularse.
4. El prestigio, la identidad cultural y la universalización del conocimiento; estos tres aspectos son a mi juicio de peso, porque el legado histórico que encarna la UES no puede ser minimizado si se considera la participación proactiva en la vida social, económica y política del país que se ha enraizado en el imaginario social de la ciudadanía y que representa un legado histórico e identitario. Así mismo, la universalidad del conocimiento permite ser fuente multidisciplinaria de conocimiento científico, manteniendo carreras que son probablemente menospreciadas por el mercado pero que son pilares importantes en una visión holística del desarrollo.